viernes, 3 de junio de 2016

Alegoría de la manada y el rebaño

Alvin Reyes

El rebaño pasta mansamente, el pastor vigila. La manada olfatea el aire, siente el olor del agua y actúa en consecuencia.

El rebaño se siente seguro dentro de su cerca. No teme a los lobos, para eso están el pastor  y sus perros, para cuidarlas. La manada advierte el peligro y huye, defiende a los más pequeños, es aguerrida, no se rinde.

El rebaño sigue a la oveja que se le ha puesto la campana. Camina de manera automática siguiendo el camino de que traza el sonido de la campana, un camino que ha sido recorrido antes por el pastor y sus perros.

La manada sigue al líder, en quien confía, aquel que lleva sobre su pelambre las heridas de las batallas en defensa de la manada. El líder de la manada no ha sido puesto por nadie se ha ganado su jerarquía a base de gruñidos, mordeduras, coces y zarpazos.

El rebaño sigue los pasos de la campana de manera maquinal. La manada confía en su líder.

Y mientras pasta mansamente el rebaño ignora su destino. Pasta y no sabe que su destino esta sellado por los apetitos del pastor y su familia, de los precios de su carne en el mercado. El destino de la manada es incierto pero al menos está en manos de ellos cruzar el rio y ahogarse en el intento o llegar al otro lado y tener un pasto más fresco.

Nuestra civilización occidental postmoderna no es más que un rebaño. La oveja de la campana son los encantos de la moda y el mercado. Maquinalmente hacemos filas por días delante de una tienda o de un cine si detenernos siquiera a pensar si el articulo lo necesitamos o si la película vale la pena. Políticamente no somos capaces de elegir un candidato que llene nuestras expectativas votamos motivados por encuestas manipuladas. Día a día suscribimos verdades prefabricadas sin investigar mínimamente la autenticidad de la información.

Debemos recobrar el espíritu de la manada para que los de arriba nos teman. Tenemos que ser capaces de generar auténticos líderes que tracen un camino distinto, un camino alejado de los parámetros dictados por las apetencias del mercado. Una humanidad con el espíritu de una manada sería una humanidad irreductible.

Lamentablemente ese espíritu está languideciendo, somos zombies atadas a la pantalla de un ordenador si nos dicen Curry, gritamos Curry!! Si nos dicen Messi gritamos Messi!! Y si nos dicen que hay que coronar a la Clinton, la coronamos no importan unos cuantos emails borrados. Total somos obedientes.


Somos un rebaño adoctrinado pero algunos aun conservamos el espíritu de la manada y olfateamos el aire, oteamos el horizonte y saltamos el cerco…

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