sábado, 23 de mayo de 2015

La enfermedad de estar ocupado

Artículo original: The Disease of Being Busy por Omid Safi. Traducido por Alvin Reyes.

Hace unos vi a una querido amiga. Me detuve para preguntarle qué tal le iba, cómo estaba su familia. Ella miró hacia arriba y en voz baja suspiró: “Estoy muy ocupada… muy ocupada… demasiadas cosas ahora mismo.”
Casi inmediatamente después, me encontré a otro amigo y le pregunté qué tal estaba. De nuevo, con el mismo tono, la misma respuesta: “Estoy muy ocupado, tengo mucho que hacer.”
El tono era cansado, incluso exhausto.
Y no son solo los adultos. Cuando nos mudamos a Carolina del Norte hace diez años, estábamos excitados por mudarnos a una ciudad con buenos colegios. Encontramos un vecindario muy diverso con muchas familias. Todo se sentía bien y correcto.
Después de instalarnos, visitamos a uno de nuestros vecinos y les preguntamos si nuestras hijas podrían conocerse y jugar juntas. La madre cogió su teléfono y empezó a mirar la agenda y luego dijo: “Tiene un hueco de 45 minutos en las próximas dos semanas. El resto del tiempo tiene gimnasia, piano y clases de canto. Está muy ocupada.”
Estos hábitos horriblemente destructivos empiezan pronto, muy pronto.
¿Cómo hemos terminado viviendo así? ¿Por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por qué les hacemos esto a nuestros hijos? ¿Cuándo se nos olvidó que somos seres humanos y no humanos que hacen?
¿Qué pasó con el mundo en el que los niños se ensuciaban con lodo, destruían todo y hasta  se aburrían? ¿Queremos tanto a nuestros hijos que los hemos sobrecargado de tareas y les hacemos sentir  igual de estresados?
¿Qué pasó con el mundo en el que nos sentábamos con la gente que queríamos y teníamos  largas conversaciones sobre nosotros mismos, y donde no había  prisa por terminar?
¿Cómo hemos creado un mundo en el que que cada vez  tenemos más cosas que hacer con menos tiempo libre, menos tiempo para reflexionar, menos tiempo para simplemente… ser?
En algún lugar hemos leido: "La vida no examinada no vale la pena ser vivida ... por un ser humano." ¿Cómo se supone que vamos a vivir, para examinar, para ser, para llegar a ser, para ser plenamente humanos cuando estamos tan ocupados?
Esta enfermedad de estar “ocupado” es espiritualmente destructiva para nuestra salud y nuestro bienestar. Reduce nuestra capacidad de concentrarnos completamente en nuestros seres queridos y nos separa de convertirnos en el tipo de sociedad que deseamos.
Desde los 50 hemos tenido tantas innovaciones tecnológicas que pensábamos que nos harían nuestras vidas más fáciles, más rápidas, más sencillas. Pero hoy no tenemos más tiempo libre que hace algunas décadas.
Para algunos de nosotros, “los privilegiados”, las líneas entre el trabajo y la vida personal han desaparecido. Siempre estamos pegados a algún dispositivo. Todo el tiempo.
Los teléfonos inteligentes y los laptops han roto la barrera  entre la oficina y nuestra casa. Cuando los niños se van a la cama, volvemos a conectarnos.
Una de mis rutinas diarias es revisar la avalancha de correos. Me refiero a esto como mi yihad contra los email. Vivo  enterrado bajo cientos y cientos de correos, y no tengo ni la más remota idea de cómo hacer que se detenga a pesar de haber intentado innumerables técnicas… Pero siguen llegando, en cantidades ingentes: correos personales, correos del trabajo, etc. Y la gente espera una respuesta a esos correos. Pero sucede que estoy demasiado ocupado.
La realidad es muy diferente para otros. Tener dos trabajos en sectores mal pagados es, para algunos, la única forma de mantener una familia a flote. El veinte por ciento de los niños de EE.UU. viven en situación de  pobreza y muchos de sus padres trabajan por salarios mínimos para poner un techo sobre sus cabezas y algo de comida en la mesa. Estamos demasiado ocupados.
Los viejos modelos, incluyendo el del núcleo familiar  en el que sólo un padre trabaja, se han terminado para muchos de nosotros. Sabemos que existe una mayoría de familias con ambos padres trabajando. Y no funciona.
No tiene que ser así.
En muchas culturas musulmanas, cuando quieres saber qué tal le va a alguien, preguntas: en árabe, ¿Kayf haal-ik? o, en persa, ¿Haal-e shomaa chetoreh? ¿Cómo está tu haal?
¿Qué es ese haal por el que se pregunta? Es una palabra para preguntar por el estado del corazón de una persona. En realidad preguntamos “¿Cómo está tu corazón en este momento exacto? Cuando le preguntamos  a alguien“¿Qué tal estás?”, esto es exactamente lo que queremos saber de la otra persona.
No pregunto cuántas cosas tienes que  hacer, no pregunto cuántos correos tienes pendientes de leer. Quiero saber cómo estás en este preciso momento. Cuéntame. Dime que tu corazón está contento, dime que tu corazón está dolorido, que está triste y que necesita contacto humano. Examina tu corazón, explora tu alma y después cuéntame algo sobre tu corazón, sobre tu alma.
Dime que recuerdas que sigues siendo un ser humano, no sólo un humano que hace cosas. Dime que eres algo más que una máquina de hacer deberes. Habla conmigo, tócame. Vamos a hablar ya  reírnos juntos  aquí y ahora.
Pon tu mano en mi hombro, mírame a los ojos y conectate conmigo por un segundo. Cuéntame algo sobre tu corazón y despierta al mío. Recuérdame que yo también soy un ser humano completo que necesita contacto con otros humanos.
No tengo soluciones mágicas. Lo único que sé es que estamos perdiendo la capacidad de vivir plenamente.
Necesitamos una relación diferente con el trabajo y la tecnología. Sabemos lo que queremos: una vida con significado, sentido de comunidad y una existencia balanceada. No es sólo tener  el Iphone mas reciente. Queremos ser completamente humanos.
W. B. Yeats escribió una vez:
“Se necesita más coraje para escudriñar los rincones oscuros de tu propia alma que la que necesita un soldado para luchar en el campo de batalla.”
¿Cómo exactamente se supone que debemos examinar los rincones oscuros de nuestra alma cuando estamos tan ocupados? ¿Cómo se supone que vamos a vivir la vida plena?
Siempre soy prisionero de la esperanza, pero me pregunto si estamos dispuestos a reflexionar sobre cómo hacerlo y sobre cómo vivir de otra manera. De alguna forma, necesitamos un modelo diferente de reorganización individual, social, familiar y humanitario.
Quiero que mis hijos se ensucien, que sean desordenados y que incluso se aburran, que aprendan a ser humanos. Quiero que tengamos un tipo de existencia en el que podamos detenernos por un momento, mirarnos cara a cara, a los ojos, tocarnos y decirnos mutuamente “es así como se siente mi corazón”. Me he tomado el  tiempo de reflexionar sobre mi propia existencia; estoy lo suficientemente en contacto con mi propio corazón y alma para saber cómo me siento y para saber cómo expresarlo.
¿Cómo está tu corazón hoy?
Déjame insistir en un tipo de conexión humano-a-humano en la que cuando uno de nosotros responda “Estoy muy ocupado”, podamos responder “Lo sé. Todos lo estamos. Pero quiero saber cómo está tu corazón.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario