viernes, 6 de diciembre de 2013

Black Friday, consumismo, y los autómatas humanos


Mauricio Santecchia  Sott.net

Vea bien el video por favor. No se apresure a leer este breve artículo, véalo completo. Son poco más de 7 minutos, un extracto nomás de un fenómeno que puede parecer extraño para algunos, bizarro para otros, e irreal y hasta surrealista para algunos pocos, pero no lo es. Esto es nada más y nada menos que la realidad al desnudo. 



¿Qué vio usted? Déjeme contarle lo que yo vi. 
De seguro usted ha tenido la oportunidad de ver películas de zombies ¿no es así? ¿No ve acaso un siniestro parecido entre esas aterradoras producciones cinematográficas y lo que aparece en este grotesco compilado? Pues déjeme decirle que yo sí, yo veo más que un parecido, veo un reflejo, un espeluznante paralelismo. 

¿Cuál le parece que es la característica distintiva de un zombie? Quizá sea un comportamiento compulsivo, casi mecánico, como un autómata programado para realizar una cierta tarea, o para perseguir un cierto propósito. En las películas este propósito es alimentarse de seres vivos, sujetos normales (o de sus cerebros). En la realidad es conseguir algo, lo que sea; fíjese que muchos de estos sujetos no saben ni lo que buscan, golpean, aplastan, empujan, sólo manotean desesperados bolsas o cajas y sacan un botín que ni siquiera saben lo que es. Sólo sienten que deben hacerlo. Pero... acaso no nos damos cuenta: es BLACK FRIDAY. 

Ese es el nombre del programa que ejecutan, instrucción tras instrucción, sin control, sin conciencia, sin notar qué hay alrededor, sin entender y sin conocimiento de qué es lo que está ocurriendo. "BLACK FRIDAY" fue "descargado" e "instalado" en cada uno de estos sujetos y "BLACK FRIDAY" es el programa que ellos ejecutan. 

Un profesional de la informática está familiarizado con esta dinámica, pero nada más que en el reino de los ordenadores, es decir, en un ámbito acotado a dispositivos con un mecanismo definido, que no cuentan con habilidades creativas y que no pueden pensar por sí mismos, sólo seguir instrucciones precisas, paso a paso, sin medir, sin considerar, sin comprender. Pues eso justamente es lo que vemos en este vídeo, máquinas, dispositivos programados para seguir instrucciones.

¿Se puede imaginar un mundo poblado por sujetos así? No necesita imaginación, encienda su televisor, o más sencillo, deténgase unos instantes a mirar a su alrededor. ¿Qué ve? Sí, así es, se ven autómatas a diestra y siniestra ejecutando programas, siguiendo instrucciones. Mire por ejemplo las protestas callejeras, 15M, Ocupa Wall Street, ... elija la que quiera. ¿Ve acaso que sobresalen hombres con conciencia, con pleno conocimiento de qué es lo que está ocurriendo? ¿Ve acaso seres humanos coherentes con entero control de sus facultades enfocados en la búsqueda de un objetivo "superior", trascendente? ¿Ve acaso a hombres creando a cada paso nuevas alternativas, nuevos caminos, que no se comportan como ganado arreado al corral? 

Pues lamento decirle que yo no veo nada de esto. En cambio, sí se me hace palpable y evidente que estas protestas o marchas, como quiera llamarlas, están plagadas de autómatas que como células de un organismo deben cumplir con lo ya determinado. Un programa ha sido "instalado" en cada uno de estos individuos y este programa está siendo ejecutado. El programa puede llamarse "indignación ciudadana", "estamos hartos", o "abajo el capitalismo",... da igual, es sólo un nombre; las instrucciones son idénticas para cada uno. Apenas existen pequeñas variaciones triviales que poco cambian el curso de los acontecimientos.

Y yo me pregunto, ¿quiénes son los programadores detrás de estos programas? ¿Quiénes son esos sujetos (o grupos, u organizaciones) que conocen a estas máquinas con todo lujo de detalles y diseñan estos programas perfectos que transforman a estos sujetos en verdaderos zombies, verdaderos ejecutores de instrucciones? 

Mmmm.... veo que quizá nunca se hizo esta pregunta porque usted es una de esas personas que creen que la realidad es regida por el caos, por la sumatoria de acciones individuales, desconectadas, que todo lo que acontece es el resultado de una ecuación cuyas variables son fundamentalmente humanas y su lógica esencialmente dialéctica, el choque continuo de tesis y antítesis, fuerzas opuestas en pugna y una supuesta síntesis superando la disputa, iterando ad infinitum, en una danza cósmica sin propósito ni sentido. 

Si usted piensa de este modo quizá debería reconsiderar su posición, pues es un hecho que las matemáticas y otras ciencias afines han sugerido y argumentado que donde hay patrones regulares (el comportamiento del "autómata" por ejemplo) hay un conjunto de reglas rigiendo este comportamiento, y donde hay reglas hay alguien o algo que las determina, las impone. Es decir, donde hay reglas, existe "un diseño", y ante la presencia de un diseño es posible afirmar con un importante nivel de certeza que ALGUIEN lo diseñó, que en su origen haya un DISEÑADOR.

No se confunda, no estamos hablando aquí de dioses, lo que aquí estamos afirmando es simplemente que cuando estos desconcertantes comportamientos mecánicos y repetitivos se manifiestan en un colectivo de sujetos, es muy probable que exista "algo" o "alguien" que los determine, los imponga, los "instale" en cada individuo que, símil a un ordenador, ejecutará el conjunto de instrucciones destinadas a conseguir una conducta definida.

Considerando lo dicho hasta aquí, es imposible evadir la pregunta de cómo es que estos programas son "instalados" en estos "dispositivos humanos". Bueno, déjeme decirle que esta pregunta no tiene una respuesta sencilla, pero me es posible sugerir que un modo de llevar adelante tamaña tarea puede ser a través de la imposición de ilusiones, de falsas "verdades", de percepciones sesgadas. Sí, si lo piensa sólo un poco podrá darse cuenta de que sin duda las mentiras constituyen auténticos programas que se ejecutan en nuestras mentes y nos transforman en verdaderos autómatas. 

¿Qué cree usted que ocurre con estos sujetos vulnerables a la programación? ¿Qué determina que estos seres pierdan todo rasgo de individualidad, cualquier atisbo de humanidad? Hay respuesta para estas preguntas. Existen hombres que son extremadamente permeables al manejo y la manipulación. Un especial ejemplo de tales sujetos son los llamados seguidores de autoritarios. Estos son "individuos que básicamente son una pizarra en blanco y que su única estructura de personalidad es la creada por el sistema sociocultural en el que viven. ¡No hay nada más allí! Eso es lo que los hace tan buenos robots, seguidores de tipos patológicos que los utilizan para representar la visión de la mayoría, o al menos, para reforzarla" (extraido de Ley Marcial y el Seguidor de los Autoritarios, de Laura Knight-Jadczyk, ¡recomendable artículo!).

Ahora, ¿qué pensaría usted si le dijera que todos estamos conectados a este colosal "aparato" de programación y que somos vulnerables a sus programas? Una persona mentalmente sana y con ansias de conciencia seguro que se preocuparía y empezaría cuando menos a prestar atención a su comportamiento y al origen del mismo.

Piense en esto. A los sujetos del vídeo se les pudo haber "instalado" un sencillo programa cuyas instrucciones básicas dicen algo así como que "deben aprovechar a como dé lugar las supe rofertas del BLACK FRIDAY para conseguir cosas que es importante que posean, y que dichos bienes, mayormente de caracter material, cualquiera que sean éstos, son indispensables, fundamentales, esenciales para su vida, su bienestar, y su felicidad". Una vez que se está ejecutando este programa ya no importa si lo que sacan de una caja, una bolsa o un aparador de una tienda es un televisor, una plancha, una XBOX, una moladora, una caña de pescar o una pack de papel higiénico. Tampoco importa si para conseguirlo tuvieron que amasijar al que estaba a su lado, destruir una persiana, atropellar a quien esté en frente, o quizá hasta matar a quien sea de algún modo un potencial obstáculo.

¿Qué significa realmente hoy día tener una buena "calidad de vida" cuando la felicidad se mide según la cantidad de objetos materiales que uno posee, cuando los demás pasan a segundo plano, cuando las relaciones interpersonales, la ayuda mútua, la compasión y el respeto no entran dentro de la ecuación, ya que no tienen valor monetario alguno? ¿Acaso todas esas mentiras y esa programación nos han despojado de lo que significa ser humanos? ¿Acaso lo que yo veo en ese video es un síntoma de la robotización del alma, por así llamarla? ¿Qué futuro promete esto para las nuevas generaciones, para nuestros hijos y nietos? 

¿Mucho para pensar no? Hablando de hijos y nietos permítame despedirme con una interesante referencia. No hace mucho tuve la oportunidad de leer un cuento que a mi juicio representa con magistral realismo a través de una sencilla metáfora los tiempos actuales, y más aún, los tiempos venideros. En él se delinea una marcada diferencia entre dos tipos de hombres: aquellos que responden como soldados a la manipulación, y aquellos que con un destello de conciencia vislumbran lo trascendente. Lamento tener que decir que hay una extraordinaria similitud entre el comportamiento de los primeros y los sujetos del video (me tomo el atrevimiento de sugerirle al lector que le eche un ojo al cuento para ver cómo les va a estos sujetos).

Tomando todo esto en perspectiva, lamentablemente me veo sentenciado a pensar que semejante comportamiento no es más que otra "Señal de los tiempos".

Mauricio Santecchia

Nacido en Argentina, Mauricio Santecchia es un Analista de Sistemas Informáticos especializado en consultoría en las áreas de Tecnologías de la Información y Comunicaciones.

jueves, 5 de diciembre de 2013

De la vida diaria

Alvin Reyes

Levantarse cuando suena la alarma del celular, somnoliento preparar la cafetera y mientras el café hierve apenas tienes tiempo para cepillarte. Te tomas el café apurando tus hijos “tenemos que movernos, hay que salir antes de los tapones”. Los muchachitos, con sus mochilas atiborradas se comen sus panes caminando hacia la puerta alentados por tu insistencia. Tú, mientras tanto hechas el café en un vaso plástico porque el tiempo no te da para bebértelo tranquilo en casa con tu esposa, tomas también un pedazo de pan y medio lo masticas mientras bajas las escaleras con tu Ipad en el regazo, tu corbata color vino sobre tu camisa rosada.

En el parqueo del edificio tu historia se multiplica: hombres con corbatas, laptops al hombro y celulares al cinto salen disparados con uno o dos muchachos detrás. Apurados suben   a sus Honda, Toyota, Nissan y salen a la caza desesperada de un hueco antes de los tapones. Hoy tuviste suerte, el semáforo no está congestionado, pero ahora tienes otro reto, llegar al colegio antes que los otros padres para evitar el congestionamiento en la entrada. Adiós, sion papi, su madre los viene a buscar hoy, por qué?, tengo un almuerzo al medio día, adiós, sion papi.

La tercera batalla, llegar antes de las ocho a la oficina, mientras el radio te transmite todo el ruido y la porquería de los comentaristas matutinos. Sin darte cuenta tu cerebro se abarrota de disparates: EEUU deporta 102 dominicanos, CIDH se reunirá con el TC para discutir la sentencia, encuentran armas en Gazcue, liberan acusado de matar comunicador, vienen las elecciones del comité central del pelede, exigen Danilo continúe el metro, escogido 7 toros 3. Licey 2 águilas 1. Todo esto no lo escuchas. En realidad lo recibes como un autómata y como un autómata lo repetirás al tomar café con tus compañeros en el trabajo. 7:48 am. Vaya nuevo record.

Te colocas en tu parqueo asignado y entras al lugar donde pasaras las siguientes 10 horas. Llamadas a clientes, llamadas a suplidores, cotizaciones, negociaciones, FOB, Bill of landing, fletes, furgones, depósitos bancarios, retiros, pagos a suplidores, cobros a clientes, reportes de ventas actualizados, reporte de efectivo, “cuanto tenemos en el BHD”, “cuatro millones”. “paga la nómina de ahí”, “que hacemos con el pago Plásticos del C”. “Prométele un cheque para el jueves, y reza para que S... pague”. Las once, te paras del escritorio y vas a la cafetera, café calentado, dos colegas gerentes, los temas de esta mañana: el escogido, delincuencia, armas Gazcue, liberan asesino comunicador, droga, Hipólito, Miguel, Leonel, primarias, sentencia, haitianos, Red Sox, Yankees. Once treinta te llama el dueño desde su celular “acuérdate del almuerzo”, “claro, usted no va?”, “manéjalo tú, solo ten pendiente las condiciones de pago, bajo ningún concepto pueden ser modificadas, después cualquier otra cosa manéjala según tu criterio, suerte”.

Las doce, restaurant, el almuerzo con los mexicanos, los temas varían un poco: Calderon, petróleo, Irán, Tijuana, frontera, crisis mundial. El menú: pulpo a la gallega, camarón al ajillo, vino blanco. Se logra el acuerdo. El primer embarque en un mes, te anotas un punto con el jefe. A conducir de nuevo a la oficina, embotado por el vino, tapones, elevados, Amet, vendedores en las esquinas, programas de farándula y deportes en el radio, tu cerebro continua su camino al embrutecimiento: toño rosario, omega, el sujeto, daddy yankee, Robinson Canó.  Con el sol de las dos de la tarde tu cerebro se niega a responder y tienes que apagar el radio. Tres pe eme oficina de nuevo, larga lista de cheques para la firma, la joven contadora frente a ti observándote mientras lees cada soporte, ella respira cuando firmas sin preguntar y preguntas “y este otro cheque para el mecánico”, “es el camión rojo, se acuerda, se quedó cerca de san Pedro”. Firmando el cheque dices “maldito camión, ya tenemos que salir de él”. Te conectas al Messenger y chateas un rato con un  primo en Alemania mientras piensas que te vas temprano porque esta noche juegan Escogido y Licey, un trago, un juego nada mal para votar el stress.

Seis de la tarde largo regreso a casa, mentalmente desarrollas tu ruta anti tapones pero justo en el momento en que vas a tomarla suena el celular. Tu mujer, pasa por el súper trae pan, café y algo de leche. Que vaina, eso te obliga atravesar el tapón por el centro. Lentamente la cadena se mueve, y entonces se te ocurre la primera cosa inteligente del día, poner un poco de música suave para atravesar la serpiente por el centro.

En el supermercado sabes que si quieres  vas directo a buscar tu encargo pero no, ya Bauman te lo advirtió, estas en el templo de consumo no puedes resistírtelo caminas por completo, te mareas ante la inmensidad de la oferta: electrodomésticos, home theater, computadoras, tostadoras, lavadoras, jeans, abanicos aires acondicionado, tv lcd, tv plasma, DVD, ropa casual, ropa de moda, perfumes, especiales de whisky, las mejores carnes, los mejores mariscos, jugos, vinos. Y la voz omnipresente del anunciador que cada cinco minutos te habla desde la nada de su micrófono recordante que no te vayas sin pasar por el pasillo de caballeros y veas las lindas corbatas que tienen para ti solo por hoy, porque tú eres especial, y por ser tan especial durante la próxima media hora podrás llevártelas a mitad de precio. Menos mal que durante el tiempo que pasaste dentro del súper la cantidad de vehículos se redujo lo que hace que el trayecto hasta la casa sea más suave. Entonces sonríes y enciendes la radio. Que buena es la vida. Acaso hay otra forma de vivir?


jueves, 28 de noviembre de 2013

LA VERDADERA RELIGIÓN

Por: Quebrantando el silencio

Nadie sabe en qué mundo vivimos. Nadie comprende cómo funciona en realidad un conjunto tan grande y variado como es la humanidad. Sin embargo, existe un sistema que organiza, dirige y decide sobre lo humano. Es la verdadera religión y su dios, el Dinero.

A semejanza de cultos anteriores que se extendieron a lo largo y ancho de la Tierra. Esta nueva religión posee las escrituras, los templos, los profetas y todos los elementos indispensables para subyugar al creyente pero, a diferencia de creencias anteriores, es mucho más poderosa. Ha comprendido que es necesario que los creyentes piensen que pueden formar parte de la historia y participar en su construcción, para ello ha enmendado uno de los mayores errores de otras religiones. La recompensa no viene tras la muerte, muy al contrario, en esta religión no existe el mañana, sólo el ahora mismo. Esto aumenta exponencialmente la cantidad de creyentes que se dedican a fondo a seguir las enseñanzas con tal de conquistar su ansiada recompensa.

La Sagrada Escritura se llama teoría del capitalismo y en ella se detalla el funcionamiento de una sociedad basada en la fe al dinero. Como todo texto sagrado, no requiere de comprensión por parte de los creyentes sino de ciega aceptación de las enseñanzas que los pontífices nos regalan en grandes discursos. Los altos sacerdotes de esta religión también se reúnen en cónclaves multitudinarios y se agrupan de diversas maneras: FMI, BM, OMC, BDI, BCE, Reserva Federal... De estos encuentros salen las órdenes que son transmitidas al clero regular, a quienes conocemos como políticos. Y son estos políticos quienes, a través de sus propios apóstoles, sus mensajeros y difusores de la obra divina, como son los medios de comunicación, nos transmiten los designios inescrutables del capital y nosotros, los creyentes, aceptamos y acatamos. Obviamente, no tienen suficiente con la mera transmisión del mensaje divino, para que éste se acepte y se acate sin más, necesitan que el terreno esté abonado, es decir, que la mente humana esté totalmente moldeada por la nueva fe. Para ello disponen del sistema educativo, una maquinaria perfectamente engrasada y capaz de fabricar a creyentes en la adoración del dinero a una velocidad de vértigo.


Por supuesto, esta religión también tiene sus preceptos, sus figuras mágicas y sus milagros.

Al igual que otras religiones más minoritarias se fundamenta en unos mandamientos o preceptos imprescindibles que se resumen en dos:

-          Amarás la propiedad privada por encima de todo.

-          Santificarás el beneficio en cualquier ámbito de tu existencia.

Estos dos mandamientos justifican por sí solos las mayores atrocidades y barbaridades que podamos imaginar. En su nombre se mata, se depreda, se violenta y se aniquila todo lo que se encuentre a nuestro alcance. Se justifica cualquier acción encaminada a cumplir estos mandamientos, sin importar cuántas vidas pueda costar ni cuánto dolor llegue a causar.

Aquí también encontramos una figura mágica como la santísima trinidad del caso cristiano. En este caso nos encontramos ante el binomio todopoderoso: el Estado y el Capital. Una sola figura cuando así conviene y figuras separadas si es lo mejor para el desarrollo de la fe.

De milagros esta religión anda sobrada, pero por seguir con la analogía cristiana podemos nombrar uno que a su lado la multiplicación de los panes y los peces queda como un juego de niños: se llama moneda de curso legal y el sistema de la reserva fraccionaria.

En lugar de un templo por comunidad, los altos jerarcas han dispuesto docenas: los han llamado centros comerciales, centros de ocio, ciudades de descanso, etc… Además a modo de confesionarios disponen de innumerables sucursales bancarias que tienen abiertas sus puertas gran cantidad de horas al día. Allí se puede tener un contacto más directo con la divinidad y de paso reforzar la creencia de que se forma parte del plan maestro, así como demostrar el fervor solicitando más y más contacto con Dios. Para los inconformistas que necesitan expresar su devoción a todas horas han dispuesto los cajeros automáticos que, día a día, aumentan sus prestaciones para que todos podamos dar rienda suelta a nuestra fe (incluso para que aquellos que no estén dispuestos a asumir su condición de creyentes, los tengan allí preparados para ser quemados o arrasados). Si aún así necesitamos demostrar al resto que somos más creyentes que ellos, la jerarquía religiosa a puesto a nuestra disposición unas estampitas milagrosas llamadas tarjetas de crédito listas para ser exhibidas en cualquier momento y situación.

Así la verdadera religión se impone al resto haciéndolas sucumbir ante su poderoso empuje y el arrollador poder terrenal frente a lo etéreo del resto de aspirantes al título de verdadera religión.

Frente a esta realidad, como viene siendo costumbre, la respuesta es absolutamente pírrica y equivocada. Se focaliza la atención en un concepto como el de laicismo (Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa) y se vuelca, sobre todo, en una lucha tan estéril como la de eliminar la enseñanza de religión en el sistema educativo. Si fuéramos mínimamente serios y rigurosos en el análisis de la situación lo que querríamos eliminar sería el propio sistema educativo tal y como lo conocemos, ya que no es otra cosa que una institución impregnada hasta la médula de las enseñanzas de la verdadera religión.

Esto mismo vale para cualquier decisión tomada desde el aparato político oficial (como hemos dicho el Estado forma parte del binomio fundamental de esta religión) sólo hay que ver qué criterios de valoración y ejecución se siguen para cualquier cosa: ¿es viable económicamente un hospital? (como si eso fuera lo importante) ¿podemos permitirnos un sistema de pensiones? (pues matemos a los pensionistas ya que parece que lo importante es si económicamente es interesante mantener el sistema) y así con cualquier decisión que se os ocurra.

Así pues, volviendo a la definición de laicismo. Si de verdad queremos, tanto a nivel individual como colectivo, vivir de forma independiente de cualquier organización o confesión religiosa, sólo nos queda atacar los pilares fundamentales de esta verdadera religión que tiene un alcance global. Cuestionar y destruir sus preceptos básicos es la tarea fundamental y, para ello, no podemos olvidar toda la estructura formada a su alrededor con la misión de legitimar tan asqueroso y criminal orden del mundo. Al tiempo, debemos esforzarnos en pensar, construir y poner en marcha las alternativas a todo ello.


jueves, 31 de octubre de 2013

La juventud en un mundo liquido



Alvin Reyes

Es muy fácil, yo confieso que lo he hecho muchísimas veces, criticar a la juventud. Decir que visten mal, que la música que oyen es basura. Que se pasan la vida chateando, que van al cine a ver porquerías y decimos: Ah! qué futuro nos espera con esta juventud que solo piensa en divertirse y que no tiene respeto por nada. 

Pero entonces me pregunto ¿No éramos nosotros los  que teníamos que educar a estos jóvenes? ¿Acaso esos jóvenes que criticamos no son nuestros hijos? ¿No somos nosotros los responsables de su, digámoslo de alguna manera, atolondrado comportamiento? Pero dejamos su educación a la televisión y al Nintendo mientras intentamos hacernos todos ricos y vivir el sueño americano. Nos endeudamos hasta quebrar nuestros estados hipotecando su futuro y ahora no tienen ni siquiera la seguridad de un empleo digno cuando salgan de la universidad. 

 “Cada vez más vistos como otra carga social, los jóvenes ya han sido excluidos del discurso que aboga por la promesa de un futuro mejor. En vez de eso ahora se les considera como parte de la población desechable cuya presencia amenaza con traer el recuerdo de memorias colectivas. Unas memorias sobre la responsabilidad adulta que han sido reprimidas”. Henry A, Giroux. “Youth in the era of disposability”. Citado por Zygmunt Bauman en “La educación en un mundo líquido”.

“Utilizando la fuerza educacional de una cultura que comercializa todas y cada una de las facetas de las vidas de los niños mediante internet y las varias redes sociales, y con las nuevas tecnologías de los medias como los teléfonos móviles el objetivo de los grupos corporativos apunta a una inmersión masiva de los jóvenes en el mundo del consumo por unos caminos más directos de los que jamás habíamos visto en el pasado”. Idem.

En un mundo dominado por el afán de riquezas, donde todas las fronteras se han roto la última frontera que les faltaba a las corporaciones era la de nuestros hogares. Puesto de otra manera: luego que han conquistado las fronteras, se han adueñado de los recursos naturales, luego de la conquista del poder político las corporaciones han venido por nuestros hijos y nosotros les abrimos las puertas.

Yo pienso que en vez de estar criticando por criticar debemos tratar de ayudar a los jóvenes  a enderezar este mundo que nosotros jodimos. Pero eso se logra con un retorno a los valores de la familia, a chatear menos y a conversar más con nuestros hijos, sobrinos, nietos. Menos internet y más conversación. Menos Facebook y más caminatas en el Mirador Sur, menos bares y más fiestas caseras. A larga, repito, esos jóvenes son nuestros hijos.

jueves, 24 de octubre de 2013

Zygmunt Bauman nos anuncia un mundo nuevo y cruel

Héctor Pavón. Publicado en Sociologos


El sociólogo que sacudió a las ciencias sociales con su concepto de “modernidad líquida” advierte, en una entrevista exclusiva, que hay un temible divorcio entre poder y política, socios hasta hoy inseparables en el estado-nación. En todo el mundo, dice, la población se divide en barrios cerrados, villas miseria y quienes luchan por ingresar o no caer en uno de esos guetos. Aún no llegamos al punto de no retorno, dice con un toque de optimismo.

How to spend it…. Cómo gastarlo. Ese es el nombre de un suplemento del diario británico Financial Times. Ricos y poderosos lo leen para saber qué hacer con el dinero que les sobra. Constituyen una pequeña parte de un mundo distanciado por una frontera infranqueable. En ese suplemento alguien escribió que en un mundo en el que “cualquiera” se puede permitir un auto de lujo, aquellos que apuntan realmente alto “no tienen otra opción que ir a por uno mejor…”  Esta cosmovisión le sirvió a Zygmunt Bauman para teorizar sobre cuestiones imprescindibles y así intentar comprender esta era. La idea de felicidad, el mundo que está resurgiendo después de la crisis, seguridad versus libertad, son algunas de sus preocupaciones actuales y que explica en sus recientes libros: Múltiples culturas, una sola humanidad (Katz editores) yEl arte de la vida (Paidós). “No es posible ser realmente libre si no se tiene seguridad, y la verdadera seguridad implica a su vez la libertad”, sostiene desde Inglaterra por escrito.
Bauman nació en Polonia pero se fue expulsado por el antisemitismo en los 50 y recaló en los 60 en Gran Bretaña. Hoy es profesor emérito de la Universidad de Leeds. Estudió las estratificaciones sociales y las relacionó con el desarrollo del movimiento obrero. Después analizó y criticó la modernidad y dio un diagnóstico pesimista de la sociedad. Ya en los 90 teorizó acerca de un modo diferente de enfocar el debate cuestionador sobre la modernidad. Ya no se trata de modernidad versus posmodernidad sino del pasaje de una modernidad “sólida” hacia otra “líquida”. Al mismo tiempo y hasta el presente se ocupó de la convivencia de los “diferentes”, los “residuos humanos” de la globalización: emigrantes, refugiados, parias, pobres todos. Sobre este mundo cruel y desigual versó este diálogo con Bauman.
Uno de sus nuevos libros se llamaMúltiples culturas, una sola humanidad. ¿Hay en este concepto una visión “optimista” del mundo de hoy?
Ni optimista ni pesimista… Es sólo una evaluación sobria del desafío que enfrentamos en el umbral del siglo XXI. Ahora todos estamos interconectados y somos interdependientes. Lo que pasa en un lugar del globo tiene impacto en todos los demás, pero esa condición que compartimos se traduce y se reprocesa en miles de lenguas, de estilos culturales, de depósitos de memoria. No es probable que nuestra interdependencia redunde en una uniformidad cultural. Es por eso que el desafío que enfrentamos es que estamos todos, por así decirlo, en el mismo barco; tenemos un destino común y nuestra supervivencia depende de si cooperamos o luchamos entre nosotros. De todos modos, a veces diferimos mucho en algunos aspectos vitales. Tenemos que desarrollar, aprender y practicar el arte de vivir con diferencias, el arte de cooperar sin que los cooperadores pierdan su identidad, a beneficiarnos unos de otros no a pesar de, sino gracias a nuestras diferencias.
Es paradójico, pero mientras se exalta el libre tránsito de mercancías, se fortalecen y construyen fronteras y muros. ¿Cómo se sobrevive a esta tensión?
Eso sólo parece ser una paradoja. En realidad, esa contradicción era algo esperable en un planeta donde las potencias que determinan nuestra vida, condiciones y perspectivas son globales, pueden ignorar las fronteras y las leyes del estado, mientras que la mayor parte de los instrumentos políticos sigue siendo local y de una completa inadecuación para las enormes tareas a abordar. Fortificar las viejas fronteras y trazar otras nuevas, tratar de separarnos a “nosotros” de “ellos”, son reacciones naturales, si bien desesperadas, a esa discrepancia. Si esas reacciones son tan eficaces como vehementes es otra cuestión. Las soberanías locales territoriales van a seguir desgastándose en este mundo en rápida globalización.
Hay escenas comunes en Ciudad de México, San Pablo, Buenos Aires: de un lado villas miseria; del otro, barrios cerrados. Pobres de un lado, ricos del otro. ¿Quiénes quedan en el medio?
¿Por qué se limita a las ciudades latinoamericanas? La misma tendencia prevalece en todos los continentes. Se trata de otro intento desesperado de separarse de la vida incierta, desigual, difícil y caótica de “afuera”. Pero las vallas tienen dos lados. Dividen el espacio en un “adentro” y un “afuera”, pero el “adentro” para la gente que vive de un lado del cerco es el “afuera” para los que están del otro lado. Cercarse en una “comunidad cerrada” no puede sino significar también excluir a todos los demás de los lugares dignos, agradables y seguros, y encerrarlos en sus barrios pobres. En las grandes ciudades, el espacio se divide en “comunidades cerradas” (guetos voluntarios) y “barrios miserables” (guetos involuntarios). El resto de la población lleva una incómoda existencia entre esos dos extremos, soñando con acceder a los guetos voluntarios y temiendo caer en los involuntarios.
¿Por qué se cree que el mundo de hoy padece una inseguridad sin precedentes? ¿En otras eras se vivía con mayor seguridad?
Cada época y cada tipo de sociedad tiene sus propios problemas específicos y sus pesadillas, y crea sus propias estratagemas para manejar sus propios miedos y angustias. En nuestra época, la angustia aterradora y paralizante tiene sus raíces en la fluidez, la fragilidad y la inevitable incertidumbre de la posición y las perspectivas sociales. Por un lado, se proclama el libre acceso a todas las opciones imaginables (de ahí las depresiones y la autocondena: debo tener algún problema si no consigo lo que otros lograron ); por otro lado, todo lo que ya se ganó y se obtuvo es nuestro “hasta nuevo aviso” y podría retirársenos y negársenos en cualquier momento. La angustia resultante permanecería con nosotros mientras la “liquidez” siga siendo la característica de la sociedad. Nuestros abuelos lucharon con valentía por la libertad. Nosotros parecemos cada vez más preocupados por nuestra seguridad personal… Todo indica que estamos dispuestos a entregar parte de la libertad que tanto costó a cambio de mayor seguridad.
Esto nos llevaría a otra paradoja. ¿Cómo maneja la sociedad moderna la falta de seguridad que ella misma produce?
Por medio de todo tipo de estratagemas, en su mayor parte a través de sustitutos. Uno de los más habituales es el desplazamiento/trasplante del terror a la globalización inaccesible, caótica, descontrolada e impredecible a sus productos: inmigrantes, refugiados, personas que piden asilo. Otro instrumento es el que proporcionan las llamadas “comunidades cerradas” fortificadas contra extraños, merodeadores y mendigos, si bien son incapaces de detener o desviar las fuerzas que son responsables del debilitamiento de nuestra autoestima y actitud social, que amenazan con destruir. En líneas más generales: las estratagemas más extendidas se reducen a la sustitución de preocupaciones sobre la seguridad del cuerpo y la propiedad por preocupaciones sobre la seguridad individual y colectiva sustentada o negada en términos sociales.
¿Hay futuro? ¿Se puede pensarlo? ¿Existe en el imaginario de los jóvenes?
El filósofo británico John Gray destacó que “los gobiernos de los estados soberanos no saben de antemano cómo van a reaccionar los mercados (…) Los gobiernos nacionales en la década de 1990 vuelan a ciegas.” Gray no estima que el futuro suponga una situación muy diferente. Al igual que en el pasado, podemos esperar “una sucesión de contingencias, catástrofes y pasos ocasionales por la paz y la civilización”, todos ellos, permítame agregar, inesperados, imprevisibles y por lo general con víctimas y beneficiarios sin conciencia ni preparación. Hay muchos indicios de que, a diferencia de sus padres y abuelos, los jóvenes tienden a abandonar la concepción “cíclica” y “lineal” del tiempo y a volver a un modelo “puntillista”: el tiempo se pulveriza en una serie desordenada de “momentos”, cada uno de los cuales se vive solo, tiene un valor que puede desvanecerse con la llegada del momento siguiente y tiene poca relación con el pasado y con el futuro. Como la fluidez endémica de las condiciones tiene la mala costumbre de cambiar sin previo aviso, la atención tiende a concentrarse en aprovechar al máximo el momento actual en lugar de preocuparse por sus posibles consecuencias a largo plazo. Cada punto del tiempo, por más efímero que sea, puede resultar otro “big bang”, pero no hay forma de saber qué punto con anticipación, de modo que, por las dudas, hay que explorar cada uno a fondo.
Es una época en la que los miedos tienen un papel destacado. ¿Cuáles son los principales temores que trae este presente?
Creo que las características más destacadas de los miedos contemporáneos son su naturaleza diseminada, la subdefinición y la subdeterminación, características que tienden a aparecer en los períodos de lo que puede llamarse un “interregno”. Antonio Gramsci escribió en Cuadernos de la cárcel lo siguiente: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer: en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos”. Gramsci dio al término “interregno” un significado que abarcó un espectro más amplio del orden social, político y legal, al tiempo que profundizaba en la situación sociocultural; o más bien, tomando la memorable definición de Lenin de la “situación revolucionaria” como la situación en la que los gobernantes ya no pueden gobernar mientras que los gobernados ya no quieren ser gobernados, separó la idea de “interregno” de su habitual asociación con el interludio de la trasmisión (acostumbrada) del poder hereditario o elegido, y lo asoció a las situaciones extraordinarias en las que el marco legal existente del orden social pierde fuerza y ya no puede mantenerse, mientras que un marco nuevo, a la medida de las nuevas condiciones que hicieron inútil el marco anterior, está aún en una etapa de creación, no se lo terminó de estructurar o no tiene la fuerza suficiente para que se lo instale. Propongo reconocer la situación planetaria actual como un caso de interregno. De hecho, tal como postuló Gramsci, “lo viejo está muriendo”. El viejo orden que hasta hace poco se basaba en un principio igualmente “trinitario” de territorio, estado y nación como clave de la distribución planetaria de soberanía, y en un poder que parecía vinculado para siempre a la política del estado-nación territorial como su único agente operativo, ahora está muriendo. La soberanía ya no está ligada a los elementos de las entidades y el principio trinitario; como máximo está vinculada a los mismos pero de forma laxa y en proporciones mucho más reducidas en dimensiones y contenidos. La presunta unión indisoluble de poder y política, por otro lado, está terminando con perspectivas de divorcio. La soberanía está sin ancla y en flotación libre. Los estados-nación se encuentran en situación de compartir la compañía conflictiva de aspirantes a, o presuntos sujetos soberanos siempre en pugna y competencia, con entidades que evaden con éxito la aplicación del hasta entonces principio trinitario obligatorio de asignación, y con demasiada frecuencia ignorando de manera explícita o socavando de forma furtiva sus objetos designados. Un número cada vez mayor de competidores por la soberanía ya excede, si no de forma individual sin duda de forma colectiva, el poder de un estado-nación medio (las compañías comerciales, industriales y financieras multinacionales ya constituyen, según Gray, “alrededor de la tercera parte de la producción mundial y los dos tercios del comercio mundial”).
La “modernidad líquida”, como un tiempo donde las relaciones sociales, económicas, discurren como un fluido que no puede conservar la forma adquirida en cada momento, ¿tiene fin?
Es difícil contestar esa pregunta, no sólo porque el futuro es impredecible, sino debido al “interregno” que mencioné antes, un lapso en el que virtualmente todo puede pasar pero nada puede hacerse con plena seguridad y certeza de éxito. En nuestros tiempos, la gran pregunta no es “¿qué hace falta hacer?”, sino “¿quién puede hacerlo?” En la actualidad hay una creciente separación, que se acerca de forma alarmante al divorcio, entre poder y política, los dos socios aparentemente inseparables que durante los dos últimos siglos residieron –o creyeron y exigieron residir– en el estado nación territorial. Esa separación ya derivó en el desajuste entre las instituciones del poder y las de la política. El poder desapareció del nivel del estado nación y se instaló en el “espacio de flujos” libre de política, dejando a la política oculta como antes en la morada que se compartía y que ahora descendió al “espacio de lugares”. El creciente volumen de poder que importa ya se hizo global. La política, sin embargo, siguió siendo tan local como antes. Por lo tanto, los poderes más relevantes permanecen fuera del alcance de las instituciones políticas existentes, mientras que el marco de maniobra de la política interna sigue reduciéndose. La situación planetaria enfrenta ahora el desafío de asambleas ad hoc de poderes discordantes que el control político no limita debido a que las instituciones políticas existentes tienen cada vez menos poder. Estas se ven, por lo tanto, obligadas a limitar de forma drástica sus ambiciones y a “transferir” o “tercerizar” la creciente cantidad de funciones que tradicionalmente se confiaba a los gobiernos nacionales a organizaciones no políticas. La reducción de la esfera política se autoalimenta, así como la pérdida de relevancia de los sucesivos segmentos de la política nacional redunda en el desgaste del interés de los ciudadanos por la política institucionalizada y en la extendida tendencia a reemplazarla con una política de “flotación libre”, notable por su carácter expeditivo, pero también por su cortoplacismo, reducción a un único tema, fragilidad y resistencia a la institucionalización.
¿Cree que esta crisis global que estamos padeciendo puede generar un nuevo mundo, o al menos un poco diferente?
Hasta ahora, la reacción a la “crisis del crédito”, si bien impresionante y hasta revolucionaria, es “más de lo mismo”, con la vana esperanza de que las posibilidades vigorizadoras de ganancia y consumo de esa etapa no estén aún del todo agotadas: un esfuerzo por recapitalizar a quienes prestan dinero y por hacer que sus deudores vuelvan a ser confiables para el crédito, de modo tal que el negocio de prestar y de tomar crédito, de seguir endeudándose, puedan volver a lo “habitual”. El estado benefactor para los ricos volvió a los salones de exposición, para lo cual se lo sacó de las dependencias de servicio a las que se había relegado temporalmente sus oficinas para evitar comparaciones envidiosas.
Pero hay individuos que padecen las consecuencias de esta crisis de los que poco se habla. Los protagonistas visibles son los bancos, las empresas…
 
Lo que se olvida alegremente (y de forma estúpida) en esa ocasión es que la naturaleza del sufrimiento humano está determinada por la forma en que las personas viven. El dolor que en la actualidad se lamenta, al igual que todo mal social, tiene profundas raíces en la forma de vida que aprendimos, en nuestro hábito de buscar crédito para el consumo. Vivir del crédito es algo adictivo, más que casi o todas las drogas, y sin duda más adictivo que otros tranquilizantes que se ofrecen, y décadas de generoso suministro de una droga no pueden sino derivar en shock y conmoción cuando la provisión se detiene o disminuye. Ahora nos proponen la salida aparentemente fácil del shock que padecen tanto los drogadictos como los vendedores de drogas: la reanudación del suministro de drogas. Hasta ahora no hay muchos indicios de que nos estemos acercando a las raíces del problema. En el momento en que se lo detuvo ya al borde del precipicio mediante la inyección de “dinero de los contribuyentes”, el banco TSB Lloyds empezó a presionar al Tesoro para que destinara parte del paquete de ahorro a los dividendos de los accionistas. A pesar de la indignación oficial, el banco procedió impasible a pagar bonificaciones cuyo monto obsceno llevó al desastre a los bancos y sus clientes. Por más impresionantes que sean las medidas que los gobiernos ya tomaron, planificaron o anunciaron, todas apuntan a “recapitalizar” los bancos y permitirles volver a la “actividad normal”: en otras palabras, a la actividad que fue la principal responsable de la crisis actual. 
Si los deudores no pudieron pagar los intereses de la orgía de consumo que el banco inspiró y alentó, tal vez se los pueda inducir/obligar a hacerlo por medio de impuestos pagados al estado. Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad de consumo y crédito. La “vuelta a la normalidad” anuncia una vuelta a las vías malas y siempre peligrosas. De todos modos todavía no llegamos al punto en que no hay vuelta atrás; aún hay tiempo (poco) de reflexionar y cambiar de camino; todavía podemos convertir el shock y la conmoción en algo beneficioso para nosotros y para nuestros hijos.

martes, 8 de octubre de 2013

Cuando la vejez es un riesgo financiero

Alvin Reyes


Vamos a estar claros en algo de entrada: el objetivo último del capitalismo es conseguir beneficios. Todo lo demás son notas al margen del sistema. La razón de ser del sistema económico que  tenemos es la consecución de ganancias económicas por encima de cualquier otro valor que pueda tener la humanidad.

Hemos aprendido que los beneficios son el resultado de, así de manera muy básica, las ventas menos los costos. En ese sentido las empresas harán todos los esfuerzos posibles en reducir sus costos en orden de aumentar sus ganancias. (Quedan exceptuadas aquí aquellas empresas que simplemente se dedican a subir el precio para aumentar las ganancias sin dedicarse a la reducción de sus costos, pero ese es otro tema). También sabemos que los costos se distribuyen en diferentes, llamémoslas, categorías. Costos directos, indirectos, financieros, etc.

Junto con los costos están también los riesgos financieros a los que se enfrentan las empresas. Un riesgo financiero esla probabilidad de un evento adverso y sus consecuencias. El riesgo financiero se refiere a la probabilidad de ocurrencia de un que evento tenga consecuencias financieras negativas para una inversor.” (Wiki) Así tenemos que los riesgos financieros pueden ser: Riesgo de mercado, riesgo de crédito, riesgo de liquidez, operativo, etc.

Lo que no sabíamos, y eso se lo debemos al FMI, era que ser viejo era un riesgo financiero. Si señores, vivir más ahora es un problema para el capitalismo. El informe del FMI que encontramos adjunto a la noticia publicada en 20minutos.es dice las siguientes genialidades:

“Vivir hoy más años es un hecho muy positivo que ha mejorado el bienestar individual. Pero la prolongación de la esperanza de vida acarrea costos financieros, para los gobiernos a través de los planes de jubilación del personal y los sistemas de seguridad social, para las empresas con planes de prestaciones jubilatorias definidas, para las compañías de seguros que venden rentas vitalicias y para los particulares que carecen de prestaciones jubilatorias garantizadas.

Las implicaciones financieras de que la gente viva más de lo esperado (el llamado riesgo de longevidad) son muy grandes. Si el promedio de vida aumentara para el año 2050 tres años más de lo previsto hoy, los costos del envejecimiento —que ya son enormes— aumentarían 50%.
El riesgo de longevidad es un tema que exige más atención ya, en vista de la magnitud de su impacto financiero y de que las medidas eficaces de mitigación tardan años en dar fruto.
Para neutralizar los efectos financieros del riesgo de longevidad, es necesario combinar aumentos de la edad de jubilación (obligatoria o voluntaria) y de las contribuciones a los planes de jubilación con recortes de las prestaciones futuras.
Los gobiernos deben: i) reconocer que se encuentran expuestos al riesgo de longevidad, ii) adoptar métodos para compartir mejor el riesgo con los organizadores de los planes de pensiones del sector privado y los particulares, iii) promover el crecimiento de mercados para la transferencia del riesgo de longevidad, y iv) divulgar mayor información sobre la longevidad y la preparación financiera para la jubilación.”


Que no se les pase de largo esta apreciación en el informe: “Para neutralizar los efectos financieros del riesgo de longevidad, es necesario combinar aumentos de la edad de jubilación (obligatoria o voluntaria) y de las contribuciones a los planes de jubilación con recortes de las prestaciones futuras. “
O sea, hemos logrado que el ser humano viva más, pero la gente debe acostumbrarse a vivir con menos. Esto se puede traducir simplemente en lo siguiente: Después que nos pasamos usted y yo, y millones como nosotros, trabajando por y para el sistema produciendo riqueza para las empresas, los países, los estados al final de nuestros aciagos días nos tendremos que conformar con migajas, o peor aún, no tendremos derecho a nada.

Creo finalmente que esto es una corriente económica muy peligrosa que no conforme con los grandes beneficios que obtienen no quiere compartir nada con nadie ni con empleados, ni con el pueblo, con nadie. Eso yo me antojo en llamarle eugenesia económica.