lunes, 28 de noviembre de 2011

Cada vez más japoneses prefieren no tener pareja


Publicado por: BBC Mundo

Desde los años 70, el matrimonio ha ido perdiendo su atractivo en todo el mundo. Pero un informe reciente revela que los japoneses no solo no se casan, si no que cada vez son menos los jóvenes que viven en pareja.

Un sondeo del gobierno sobre la actitud de los japoneses frente al sexo y el matrimonio concluyó que más del 60% de los hombres solteros con edades comprendidas entre los 18 y los 34 años, así como la mitad de las mujeres solteras de esas edades, no tienen pareja.

Las cifras son superiores a las detectadas en 2005 cuando se llevó a cabo un sondeo similar.

Los resultados de la encuesta dan a entender que muchos japoneses ni siquiera buscan pareja, y una de las razones citadas es la falta de dinero.

Tampoco se casan

El número de casamientos por año en el país asiático era más de un millón en los años 70, lo que, combinado con la tasa de casamientos, resulta en más de 10 puntos, un verdadero boom matrimonial. Desde entonces, la cosa ha ido para abajo.

El informe señala que, aunque el número fue decreciendo, en los años 80 se produjo un repunte, y desde entonces ha ido fluctuando y se ha mantenido casi constante. Pero en 2010 la tasa era ya de 5,5, a la baja por segundo año consecutivo.

Otro de los descubrimientos del estudio es el aumento de la edad de los casados; en 2010 la edad en la que un hombre se casaba era de 30,5 años, mientras que para la mujer era de 28,8; en total un aumento de 2,1 y 2,9 años, respectivamente, en las últimas dos décadas.

En contraste, el informe señala que la tasa de divorcios ha subido de manera constante desde 1960, llegando a un tope de 290.000 en 2002. Desde entonces sin embargo se ha mantenido relativamente constante, con un total de 251.000 divorcios en 2010.

Una de las causas de estos números puede ser el papel de la mujer en la vida laboral. Según un artículo publicado por la revista The Economist, ser mujer y estar casada en Asia es un trabajo duro.

Mientras las japonesas trabajan una media de 40 horas a la semana fuera de su casa, y 30 horas dentro, sus maridos, de media, le dedican 3 horas semanales a las labores del hogar.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Señales del apocalipsis: Los compradores acampan frente a las tiendas en espera del Viernes Negro


Por Brad Tuttle. Publicado en times.com. Traducido por Alvin Reyes para El Mundo Segun Bauman

Si usted es de los que piensa que es una tontería esperar en una fila por unas pocas horas para tomar ventajas de las ofertas del Viernes Negro, esperen a saber que hay personas que llevan acampando mas de una semana antes de que empiecen las ventas.

Más de una persona ha dicho que los centros comerciales en Texas y Florida tienen cierta semejanza con los movimientos de protesta que ocupan Wall Street. Una estación de TV local de St Petersburg informa de que una pareja ya ha establecido un campamento fuera de una tienda Best Buy con el fin de estar en primera fila para las ofertas del Viernes Negro. La pareja llegó el lunes, o sea 12 días antes del Viernes Negro.

Otra pareja de jóvenes en el norte de Texas planea acampar por 10 días frente a una tienda Best Buy. Brandon Vanderstelt, un joven de 20 años de edad, con un aro en la nariz y, aparentemente, todo el tiempo del mundo en sus manos, esta acompañado por su esposa en el campamento. Los dos han decorado sus tiendas con un letrero que dice "Ocupar Best Buy." ¿Quién puede encontrar tiempo para protestar contra el sistema, cuando se tienen tantas ofertas en equipos electrónicos?

¿Qué cosa podría motivar a la gente a dormir en la intemperie en una acera de concreto duro? La respuesta en ambos casos es-redoble de tambores por favor, y esto podría ser interpretado como una señal del apocalipsis- las TVs.

Vanderstelt tiene puesto los ojos en uno en particular:

"Es un televisor de $ 800 a $ 200, así que nos dimos cuenta de que la gente estaría aquí muy temprano, y eso es una oferta que no quería dejar pasar", dijo.

Varios compradores ya han comenzado a acampar detrás de Orta y su amiga. Imagínese lo siguiente: Se puede dormir fuera de un almacén de más de una semana y aún no ser los primeros en la fila.

Por el bien de los compradores "-y también, en aras de la cordura y la fe en el futuro de la raza humana- esperemos que estas personas estén de alguna manera siendo pagadas por Best Buy.


domingo, 20 de noviembre de 2011

¿Que es lo que anda mal en nuestra sociedad ?


Por Luna Publicado en Semanario Alternativas

En estos días titulares en la gran prensa han acaparado la atención; "niños matan de manera salvaje a un perro y lo filman"

vecinos reclaman justicia y otros muchos venganza ¡

¿Donde está el problema?

Los uruguayos vivimos durante mucho tiempo con el mito del país culto, pacífico, amante de la constitución, de la palabra, coloquial….

Poco a poco todos estos mitos se han ido derrumbando como un castillo de cartas y toca mirarse de frente; es decir tratar de desentrañar en que tipo de sociedad vivimos y porque es así.

Tal vez muchos de los problemas que hoy son tratados de manera mediática siempre existieron pero estuvieron poco visibles, eso es posible pero sentimos, sabemos que hay más. Sabemos que los valores en general y en particular han ido mutando en la medida que los dioses dinero y poder reemplazaron todos los antiguos mitos y valores.

Sabemos que la democracia es un sistema madre de lo que hoy vivimos y que esto es democracia; no un supuesto estado perfecto, justo y que se base en el bienestar común y en armonía; no ¡los sistemas políticos son tan solo organismos reguladores del gran capital y nada más.

Se ha introducido la falsa idea de la libertad individual, llevando a pensar que porque tenemos un coche, tarjetas de créditos y porque compramos y nos endeudamos somos sujetos; cuando ello mismo representa la enajenación del individuo por cosas materiales y por lo tanto la pérdida de su libertad.

¿Quienes han sido los promotores de todo esto? no cabe duda que los grandes medios de comunicación y la publicidad son algunas de las herramientas que más se fortalecieron dentro del sistema a fin de modificar, hacer mutar, meterse en la cabeza de la gente, para que al fin en un proceso de décadas se llegue a lo que vemos o podemos constara hoy.

Un individuo sin eje, perdido que no tiene conciencia de si mismo ni de nada. Medio y fin de la perpetuación de la dominación capitalista.

¿Que imágenes inundan las pantallas cotidianamente? Sí están ahí de alguna manera es por consentimiento de quienes nos dominan y de quienes las miran.

Ahora bien, nos preguntamos ¿como sorprenderse de la violencia de los jóvenes y de lo no tan jóvenes, o de la deserción de los estudiantes?

El problema no es solo edilicio si no estructural, sistémico.

La respuesta es siempre la misma que “esto es lo que tenemos y que no se puede cambiar” .Bien, entonces lo que sobreviene es la barbarie y adentro de ella estamos.

Por supuesto que las respuestas no pueden ser el de intervenir en un solo aspecto de la realidad, para modificarla si no en el conjunto de la misma. Tampoco veremos los resultados a corto plazo, dado que se han fracturado generaciones enteras y que cualquier planteo o acción de cambio llevará forzosamente mucho tiempo.

Pero por algún lado se podría comenzar; por ejemplo resulta evidente que no se puede entregar a los hijos a las instituciones, a ninguna; la comunidad es quien debería asumir su formación transmitiéndole valores y saberes reales, para que ello contribuya en el desarrollo potencial de las personas.

Que es más importante ; que los jóvenes aprendan a ordenar objetos en las góndolas de los supermercados, o manipular computadoras, o que conozcan su historia, que sepan construir una casa, cultivar y respetar la tierra, disfrutar de la naturaleza entregando una parte de su tiempo a la comunidad y el resto, la mayor parte, a la vida?.

Cuando decimos vida, decimos el disfrute, la armonía con la naturaleza y con otros seres.

Para nosotros las soluciones no pasan por ninguna reforma de la enseñanza, no creemos en ningún cambio desde la entrañas del monstruo capitalista, a esta altura ya es tiempo de sacar el pie de las instituciones y construir espacios de saberes comunitarios.

Claro, ello implicaría una corrida hacia otras formas de existencia, en donde por lo primero que habría que empezar es por juntarse, con aquellos que sientan como nosotros.

No hay cambios posibles ni desde las instituciones, ni desde lo individual en el sentido individualista.

Esto nos llevaría a plantearnos la construcción de autonomías territoriales dentro de un proceso que conllevará necesariamente una etapa de transición.

Por ahora solo nos paraliza el miedo y con ello estamos perdidos de antemano.

Tampoco es que pensemos que esto procesos serán sencillos, muy por el contrario se deberán articular con otras resistencias desde las comunidades.

Ir conformando, abriendo espacios alternativos de intercambio de saberes, que nos permita a todos, jóvenes y adultos ir transitando por ellos en un espacio -tiempo que podríamos nombrar “ un mientras tanto”, a fin de ir caminando hacia los cambios para una nueva sociedad más justa y libre.

Pero esta sociedad enferma, sigue pensando en más cárceles, en muerte, porque simplemente es reproductora de lo que vivió. Esto que vivió la apartó de la vida y ahora se asusta de lo que ella misma engendró.

No se nos ocurre otra cosa más que desear se abran corazones, casas, colectivos sociales para desde allí intentar al menos cambiar la pisada.

Hay o no hay compañeros; enfermeros, trabajadores, maestros, profesores, artistas, músicos, artesanos cocineros? ; Entonces porque seguir atrapados en la malla del sistema? Tenemos un potencial más que suficiente para dar comienzo a una etapa liberadora desde nuestros propios espacios.

Luna

16 11 2011

viernes, 11 de noviembre de 2011

SOLEDAD MASIFICADA


Acabo de leer el ultimo libro de Zygmunt Bauman "44 Cartas desde el mundo liquido" (pueden leer la reseña del libro aquí) y me he tomado el trabajo de transcribir un capitulo del mismo titulado "Soledad masificada". Lo hago en el interés de que conozcan mejor el pensamiento de Bauman y de que reflexiones sobre este tema que se trata en el capitulo ya que ha dado lugar a muchas discusiones por que los que están dentro del mundo virtual, maravillados por los juguetes tecnológicos actuales, a lo mejor no sean tan consciente de la magnitud del problema. No se trata de intercambiar fotos con amigos ni de encontrarse en el camino un príncipe azul, se trata de que nos estamos convirtiendo en seres solitarios. Veamos:

SOLEDAD MASIFICADA

En la página web de la revista Chronicle of Higher Education (http://chronicle.com) se publicó recientemente el caso de una adolescente que enviaba 3.000 mensajes de texto al mes. Esto significa que enviaba una media de cien mensajes diarios, es decir, uno cada diez minutos de vigilia, «por la mañana, a mediodía y por la noche, en días laborables y fines de semana, en las horas de clase, a la hora de comer, a la hora de hacer los deberes y a la hora de lavarse los dientes». Lo que se desprende es que no estaba sola más de diez minutos; es decir, nunca estaba a solas «consigo misma », con sus pensamientos, sueños, preocupaciones y esperanzas. A estas alturas habrá olvidado, probablemente, cómo se vive —se piensa, se hacen cosas, se ríe o se llora— en compañía de uno mismo, sin la compañía de los demás. Es más, nunca ha tenido la oportunidad de aprender ese arte. Si en algo no es la única es en su incapacidad de practicarlo…

Los dispositivos de bolsillo para enviar y recibir mensajes no son las únicas herramientas que necesitan esa chica y las demás personas que, como ella, sobreviven sin ese arte. El profesor Jonathan Zimmerman, de la Universidad de Nueva York, observa que hasta tres de cada cuatro adolescentes estadounidenses se pasan todos los minutos de su tiempo disponible pegados a los sitios web de Facebook o MySpace: chateando. Sugiere Zimmerman que están enganchados a provocar y recibir ruidos electrónicos o destellos en la pantalla. Los sitios web de chat son, según este autor, nuevas drogas muy potentes a las que son adictos los adolescentes. Son bien conocidos los síndromes de abstinencia que sufre la gente, joven o no tan joven, adicta a otro tipo de drogas; cabe imaginar, por tanto, la agonía por la que pasarán esos adolescentes si algún virus (o sus padres, o sus profesores) les bloquea las conexiones a Internet o les deja los móviles inoperativos.

En este mundo impredecible, siempre sorprendente y obstinadamente desconocido, la posibilidad de quedarse solo puede resultar espantosa; podríamos citar numerosas razones para concebir la soledad como un estado sumamente desagradable, amenazador y terrorífico. Sería tan injusto como estúpido culpar sólo a la electrónica de lo que le sucede a la gente nacida en un mundo entretejido de conectividad por cable o inalámbrica. Los artilugios electrónicos responden a una necesidad que no han creado; lo máximo que pueden haber hecho es agudizar y acentuar una necesidad ya creada previamente, a medida que los medios que inciden sobre ella han pasado a estar tentadoramente al alcance de todos, sin que requieran mayor esfuerzo que pulsar unas teclas. Los inventores y vendedores de los «Walkman», los primeros dispositivos móviles que permitían «oír el mundo» cuando y donde quisiera el usuario, prometían a sus clientes: « ¡Nunca más (volverá a estar) solo!». Evidentemente, eran conscientes de lo que decían, y sabían por qué este eslogan publicitario probablemente iba a aumentar las ventas de los dispositivos, como de hecho ocurrió en incontables millones de casos. Sabían que en las calles había millones de personas que se sentían solas y detestaban la soledad como algo doloroso y aborrecible; personas no sólo privadas de compañía, sino que sufrían a causa de dicha ausencia. A medida que aumentaban los hogares familiares vacíos durante el día, y las chimeneas y los comedores eran sustituidos por los televisores en todas las habitaciones —a medida que el individuo, podríamos decir, «quedaba atrapado en su propio capullo»—, cada vez menos gente podía contar con el animoso y vigorizante calor de la compañía humana; sin ella no sabían cómo llenar sus horas y sus días.

La dependencia del ruido ininterrumpido que emitía el Walkman ahondó el vacío que dejaba la falta de compañía. Y cuanto más se hundían los usuarios en ese vacío, menos capaces eran de utilizar los medios anteriores a la alta tecnología, como los músculos y la imaginación, para escapar de él. Con la llegada de Internet, fue posible olvidar u ocultar ese vacío y, por lo tanto, eliminar su toxicidad; al menos se pudo aliviar el dolor que causaba. Esa anhelada compañía, cada vez más ausente, parecía haber vuelto a través de las pantallas electrónicas más que por las puertas de madera, y en una nueva encarnación analógica o digital, pero virtual en ambos casos: la gente que luchaba por evitar la tortura de la soledad descubrió que esta nueva forma suponía una notable mejora con respecto a la modalidad cara a cara y mano a mano. Con el olvido o la falta de aprendizaje de las habilidades interactivas presenciales, todos los aspectos que podían entenderse como carencias de la «conexión» virtual online fueron acogidos como una ventaja. Lo que ofrecían Facebook, MySpace y otros sitios similares ha sido recibido como lo mejor de ambos mundos. O, al menos, eso les parecía a quienes anhelaban desesperadamente la compañía humana pero se sentían incómodos, ineptos o desafortunados en los encuentros sociales.

Para empezar, ya no es necesario estar solos. En cualquier minuto —veinticuatro horas al día, siete días a la semana— basta con pulsar un botón para que aparezca la compañía, como por arte de magia, de entre una colección de seres solitarios. En ese mundo online, nadie está lejos nunca, todos parecen estar constantemente a nuestra disposición, y aunque alguno se quede dormido en un determinado momento, siempre hay alguien dispuesto a enviar un mensaje, o a parlotear unos segundos, de forma que la ausencia temporal pase desapercibida. En segundo lugar, se puede entablar «contacto» con otras personas sin iniciar necesariamente una interacción que amenace con entregar rehenes al destino, o que siga una trayectoria poco deseable. El «contacto» puede romperse al menor indicio de que la interacción sigue un rumbo inadecuado: por lo tanto, no existe el riesgo, ni tampoco la necesidad de buscar excusas, disculparse o mentir; basta con una sutil pulsación, totalmente indolora y segura. Ya no es necesario temer la soledad, ni exponerse a las exigencias ajenas, a una exigencia de sacrificio o compromiso, de hacer algo que a uno no le apetece sólo porque otros lo desean. Esa reconfortante sensación puede disfrutarse incluso

en medio de una sala abarrotada, o merodeando entre los concurridos vestíbulos de un centro comercial, o paseando por la calle entre multitud de amigos y transeúntes; siempre cabe la posibilidad de «estar espiritualmente ausentes» y «solos», así como de notificar a los demás la voluntad de no estar en contacto, aquí y ahora; es posible apartarse de la multitud tecleando un mensaje dirigido a alguien que se encuentra físicamente ausente y que, por lo tanto, momentáneamente no exige ni se compromete, un «contacto » seguro, o bien ojeando un mensaje que acaba de llegar de una persona así. Con este tipo de dispositivos en la mano, es posible, si se desea, estar solos en medio de un rebaño en estampida; y de forma instantánea, en cuanto la compañía resulta demasiado agobiante y opresiva. No juramos lealtad hasta la muerte, y cabe esperar que siempre haya alguien «disponible» cuando lo necesitemos, sin tener que soportar las desagradables consecuencias de estar constantemente disponibles para los demás…

¿Es el paraíso terrenal? ¿Se cumple, por fin, el sueño? ¿Se ha resuelto la ambivalencia supuestamente inquietante de la interacción humana, reconfortante y estimulante, pero engorrosa y llena de escollos? Las opiniones en este punto están divididas. Lo que parece incuestionable, sin embargo, es que hay que pagar un precio por todo ello, un precio que puede resultar, si se piensa bien, demasiado elevado. Porque cuando uno pasa a estar «siempre conectado», puede que nunca esté total y verdaderamente solo. Y si nunca está solo, entonces (por citar una vez más al profesor Zimmerman), «es menos probable que uno lea un libro por placer, dibuje, se asome a la ventana e imagine mundos distintos de los propios… Es menos probable que uno se comunique con la gente real del entorno inmediato. ¿Quién quiere hablar con sus familiares si tiene a los amigos a un clic de distancia?» (En una fascinante diversidad y en cantidades inagotables; hay, quisiera añadir, quinientos «amigos» o más en Facebook).

Al huir de la soledad, se pierde la oportunidad de disfrutar del aislamiento, ese sublime estado en el que es posible «evocar pensamientos », sopesar, reflexionar, crear y, en definitiva, atribuir sentido y sustancia a la comunicación. Pero entonces, al no haber paladeado su sabor, uno nunca sabrá lo que se ha perdido, la ocasión que ha dejado pasar.

Tomado de "44 cartas desde el mundo liquido" de Zygmunt Bauman. Editorial Paidos. Ed 2011.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Bauman tiene razón



El pasado 19 de octubre John Brown refutaba en Rebelión unas declaraciones del filósofo polaco Zygmunt Bauman aparecidas en el diario El País en las que se venía a sostener que el movimiento 15M no es capaz de establecer una respuesta, una alternativa constructiva al sistema imperante. La causa de ello para Bauman estriba en que este movimiento es puramente emocional y carece de la racionalidad necesaria para construir alternativa alguna.
El señor Brown intentaba en su refutación negar que el movimiento careciera de racionalidad, todo lo contrario, y ponía de ejemplo a las asambleas del 15M para avalar su tesis. Estas asambleas, para Brown, no sólo son escenarios donde confrontar diferentes tipos de argumentación, lo que sería muestra evidente de la racionalidad del fenómeno, sino que en ellas los participantes se han dotado de una metodología y gestualidad que intentan suprimir en la comunicación asamblearia las expresiones de emocionalidad. Por tanto, y negando las premisas de Bauman, se deduce que el 15M tiene una capacidad plena de construir racionalmente una alternativa, sosteniendo Brown literalmente que no “puede decirse que el 15-M carezca de organización ni de programa”. Más allá del debate sobre la emocionalidad o la racionalidad del movimiento 15 M me interesaría resaltar que el texto de Brown es altamente representativo del pensamiento doctrinario que mueve este fenómeno socio-político y de sus contradicciones profundas. Vaya por delante que evidentemente, y como en todo movimiento de masas, existe una mezcla en diferentes proporciones de emocionalidad y de racionalidad. El actuar del ser humano no es más que el fruto de una interrelación entre el pensar y el sentir, y como algunos autores defienden, ambos mecanismo son difíciles de discriminar en ocasiones. Si bien Bauman puede haber caído en la exageración de negar todo tipo de racionalidad, Brown cae en la misma falta al hacernos creer que la emocionalidad del movimiento está siendo reprimida por una serie de mecanismos eficaces. Dice que “llaman la atención el tono y las maneras civilizados, resultado de una disciplina de debate colectivo muy particular que proscribe los aplausos y las interrupciones verbales o sonoras de la palabra del orador”. Nada más alejado de la realidad. Es posible que Bauman no haya presenciado ninguna asamblea del 15M pero el que suscribe estas líneas sí y, aparte de que resulta imposible generalizar, he de asegurar que ese tono y manera civilizados son exactamente del mismo tenor, en líneas generales, que los modos y maneras de cualquier otro tipo de asambleas de cualquier otro tipo de movimientos, salvadas las excepciones. Esa disciplina de debate colectivo que proscribe aplausos o interrupciones verbales es incapaz de eliminar los códigos represivos de comunicación, logrando únicamente sustituir uno por otro nuevo, al que yo calificaría además como favorecedor de una coacción más acentuada que el de las asambleas tradicionales, ya que el nuevo sistema gestual silencioso, al considerarse, en principio, menos agresivo, tiende a utilizarse con un control racional mucho menor. Cuántas veces habré presenciado en las asambleas de la Puerta del Sol o en las de mi barrio, cómo a los pocos segundos de la toma de palabra por parte de un asambleísta aparecían gestos silenciosos de reprobación generando la subsiguiente coacción y falta de ámbito de recepción libre para el interviniente que termina por abandonar la palabra o por no tomarla más. Este tipo de expresiones tan automáticas no suele darse en asambleas de tipo tradicional. Y lo peor es que el código de gestos se ha convertido en parte de la mítica del 15M. Se nos presenta como un avance en la práctica asambleísta, pero no hace más que potenciar sus vicios. El“lenguaje gestual silencioso” se convierte en un código represor atronador para muchos participantes en las asambleas. Por tanto, ese mecanismo de represión de la emocionalidad, como no podía ser de otra forma, no solamente es completamente ineficaz, sino contraproducente para fomentar la participación, ya que debido a la interacción del propio método asambleario, inorgánico y espontaneísta por naturaleza, y del sistema gestual silencioso, tendente al automatismo, se potencia la toma de decisiones apoyándose y basándose, no en la calidad del argumento o en la solidez de los datos presentados (método más propio de los movimientos articulados en órganos representativos y responsables), sino en las cualidades del orador, como pueden ser su retórica, su simpatía o su pertenencia a grupos de apoyo asamblearios, menoscabando el debate en profundidad. Esta espontaneidad (que no es más que un producto de la emocionalidad) es potenciada, reitero, por ese tan ponderado código silencioso de gestos que facilita, por parecer más respetuoso que el código sonoro, el automatismo irracional de una respuesta al ponente. Por tanto Bauman no va descaminado. El pensador polaco afirma que la emoción “resulta especialmente inepta para construir nada” y que todos, en este movimiento, “están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean”. Brown, en su refutación, arguye por su parte que no se puede decir que el 15-M“carezca de organización ni de programa”. Brown, sin embargo no concreta qué tipo de organización existe en el 15-M, más allá de las asambleas y se contradice (o se descubre) a sí mismo cuando afirma “que su organización se genera y reproduce al ritmo mismo del debate y de la movilización colectiva”, sin definir más. Y en cuanto al programa, el propio Brown acaba por negar que exista, puesto que lo reduce únicamente a “perdurar como nueva figura de la democracia”. Y es que para Brown, el programa del 15-M no consiste en “proponer al poder que cambie tal o cual aspecto de su ejecutoria. A pesar de que las primeras reivindicaciones del movimiento proponían al poder un cambio en las formas de representación (…) el lema central del movimiento “no nos representan”, ha ido cargándose de un nuevo contenido mucho más radical”. Dice Brown que “al poder capitalista neoliberal ya no hay mucho que proponerle”, quizá porque como él mismo ha dicho antes no tienen nada que proponer. Si Brown sostiene que están ante un “poder vacío” yo creo más bien que lo vacío no es ese poder sino más bien el movimiento que se le enfrenta, vacío de programas y de organización, tal y como sostiene Bauman. Pero para mí el problema básico no consiste tanto en la supuesta preponderancia de emocionalidad colectiva en el movimiento como en que la dirigencia del mismo (que existe y es real, a pesar del machacón discurso horizontalista) bebe de un pensamiento preliberal y caduco, y por lo tanto inoperante, bien reflejado en las palabras de Brown. Las referencias a Maquiavelo y Spinoza son buena muestra de ello. El movimiento 15M obviando todo el pensamiento liberal y marxista (e incluso anarquista) posterior, elude incluso la existencia de las clases sociales (cosa que ni siquiera hizo Adam Smith), y de los intereses que las mueven, pretendiendo reconstruir una comunidad ideal y homogénea de ciudadanos cuyo microrreflejo es la asamblea de iguales. Es decir, una utopía de tipo renacentista, puramente idealista. Es por ello que este movimiento no tiene capacidad de construir un programa de cambio real. Es aquí, en el plano de los presupuestos ideológicos y del programa que emana de ellos, donde esa racionalidad es sintomáticamente débil e incapaz incluso de verse a sí misma tal y como es; tan sólo de sentirse, pero no de analizarse. Es capaz de soñar, pero no de diagnosticar y recetar. Es ese sentido en que Bauman, por desgracia, tiene razón.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.